Jorge Queirolo: La literatura ecuatoriana casi no existe fuera de las fronteras de Ecuador

Alberto Berenguer Ferrández  

Jorge Queirolo Bravo es un escritor y editor ecuatoriano de la ciudad de Guayaquil con bastante mundo recorrido a sus espaldas. Actualmente reside en Viña del Mar en Chile. Prefiere no ser etiquetado en ningún género, aunque sus novelas suelen contener una mezcla de acción, intriga y suspense con cierta dosis de erotismo-romance. Está trabajando actualmente en dos novelas cortas. Desea que la literatura latinoamericana atraviese fronteras.

¿Cuándo se dio cuenta que le gustaba escribir?
Cuando escribí, por una casualidad impensada e inimaginada, el que fue mi primer libro. Me refiero a Moscú sin visa, una obra breve que pertenece al género de la narrativa de viaje. Es el relato de mi experiencia durante una fugaz estadía en la capital rusa.

 ¿Qué sintió cuando vio su primer libro “Moscú sin visa”publicado entre sus manos?

Fue una honda emoción. Nunca creí que iba a escribir un libro. No es que no me sintiera capaz de hacerlo, pero tampoco me lo había propuesto seriamente. Cuando vi la tapa de mi primera obra sentí una inmensa satisfacción interna. Un gran sueño se había cumplido. Es una sensación que solamente se siente una vez en la vida y que, obviamente, no se puede repetir.

¿A qué se debió el cambio de narrativa de viaje a la novela?

Surgió espontáneamente. Me había ido bien con mi primer libro y sentí que lo mío era escribir. Pero pensé que mi talento daba para mucho más que para escribir solamente mis experiencias de viaje por el mundo. En mi cerebro se comenzaron a agolpar historias de ficción que escribí paulatinamente, inundé el disco duro de mi computador con esbozos de las historias que mi mente urdía. Lo hice y fue en calidad de autodidacta. Cuando menos me di cuenta me había convertido en novelista. Después también me dediqué a la escritura de cuentos, especialmente eróticos. Claro que no faltan los que dicen que mis cuentos no son eróticos sino abiertamente pornográficos. Se trata de apreciaciones muy subjetivas y que dependen del criterio de cada uno.

¿En qué género se encuentra más cómodo como escritor?, ¿se vincula sobre todo con el género de novela negra?

Creo que la novela es el género con el que más me identifico. No me considero tanto un escritor de novela negra, aunque sí he incursionado ocasionalmente en aquel género. Mis novelas contienen una mezcla de acción, intriga y suspenso con una cierta dosis de erotismo, a lo cual frecuentemente se debe añadir un pequeño toque de romance. Lo cierto es que no me gusta encasillarme en una determinada denominación. Estoy abierto a explorar muchas opciones. No soy partidario de endilgar etiquetas o membretes a las personas, lo cual naturalmente también me incluye a mí.

¿Tiene alguna manía a la hora de escribir?

No creo tener ninguna manía en particular. Cuando escribo me gusta estar relajado y cómodo. Escribo exclusivamente en el computador. Nunca lo he hecho a mano. Puede parecer raro lo que voy a decir, sobre todo viniendo de un escritor, pero me cuesta muchísimo escribir a mano.

 Es autor de numerosas obras como: La guerra del Cóndor, Derribado en Cambodia, Cartas de un viajero, La monja de mi parroquia, Pasándola bien, Cuentos indecentes, Los farsantes… ¿tiene preferencia por alguna de ellas? ¿Le ha dejado huella por algo en concreto?

 En total he escrito veinte libros hasta el momento. Cada uno ha tenido un cierto origen y ha dejado alguna pequeña huella en mí. Contaré un par de anécdotas que ilustran acerca del origen de determinadas obras. “Literatura de Brasil” salió de un artículo periodístico que escribí sobre el hecho de que aquí en Chile, prácticamente no exista nada, ninguna referencia sobre la literatura de Brasil. En lo referente a “La monja de mi parroquia” me propuse escribir esa pequeña novela, que en su primera mitad se refiere a la vida sexual de una monja ficticia, porque siempre me había parecido que existía una tremenda hipocresía respecto de ese tema. Escribí la novela con la plena convicción de que muchos católicos se iban a sentir atacados u ofendidos, lo cual efectivamente fue así. Pero debo aclarar que “La monja de mi parroquia” es mucho más que eso. Al final se convierte en una historia con una trama abiertamente policial y política, en la que lo erótico y sexual queda prontamente olvidado.

 En muchas de sus obras toca titulares muy polémicos como es el caso de los temas políticos y burocráticos, ¿le gusta romper barreras con sus obras? ¿Es algo generalizado en la literatura de su país, Ecuador?

Me encanta romper todas las barreras que encuentro en el camino. Sobre todo viniendo de un país como Ecuador, en el cual crecí viendo a diario las injusticias sociales y arbitrariedades que padecía la mayor parte de la población. En ese sentido soy un realista consumado. Y de alguna manera quise plasmar esas vivencias tan desgarradoras en una parte de mis libros. En cuanto asi es generalizado o no, no lo sé con exactitud. Muchos autores sí lo han hecho. Jorge Icaza, lo hizo prolíficamente, sobre todo con su novela “Huasipungo” que fue una denuncia social muy atrevida. Lo lamentable es que después no ha surgido ningún autor más cuya obra se proyecte con cierta importancia a nivel internacional. Por el momento la literatura ecuatoriana duerme una siesta muy prolongada. ¿Cuándo despertará de ese letargo? Eso es algo que no puedo responder ni vaticinar.

 ¿Le ha perjudicado a veces esa alta crítica social?

No diría que me ha perjudicado realmente. Más allá de eso, me da exactamente igual lo que la gente comente sobre mis libros o artículos. Lo voy a expresar vulgarmente: me limpio el culo con lo que se hable sobre mí. No vivo de los comentarios o de las críticas de los otros. No escribo para contentar a mi círculo cercano ni para recibir halagos de la prensa. Escribo lo que me sale del alma y punto. Y no estoy dispuesto a morderme la lengua para aplacar la molestia de alguien que eventualmente se puede sentir agraviado por lo que escribo. Cuando me critican, más bien lo recibo como una muestra de que lo que escribo no le resulta indiferente a los demás. A veces leo críticas sobre mí que me causan hilaridad por lo patéticas que son.

 También en algunos de sus libros incluye descripciones muy explícitas de sexo y erotismo, ¿qué aporta a sus libros?

Aporta realismo. El sexo es parte de la vida de un ser humano y no tiene por qué esconderse. Si escribo una novela en la que relato vivencias propias de una persona normal es natural que eso también incluya sexo. ¿Por qué no? ¿Debería autocensurarme solamente porque eso no le gusta a un grupúsculo de mojigatos acomplejados que todavía piensan que estamos en la Edad Media o en la era del puritanismo? No lo voy a hacer. Voy a escribir todo lo que me venga en gana y salga de mi mente, le guste a quien le guste. Que yo sepa, nadie ha sido hasta ahora obligado a leer los libros que escribo. La lectura de mi obra es un acto completamente voluntario y personal.

¿Es cierto que alguna obra suya fue censurada? ¿Le sorprendió?

Han intentado censurarme en muchas ocasiones, pero con resultados ciertamente dudosos y muy dispares. Los aspirantes a censuradores que se cebaron conmigo más bien han conseguido darme más a conocer. Hasta pienso que debería estar agradecido con ellos, pues me han hecho publicidad gratis. Fui censurado en la Wikipedia y, no contento con eso, también trató de meter mano en otras enciclopedias virtuales. También ha habido otros intentos menores de censura, pero se trata de emprendimientos insignificantes que ni siquiera merecen la pena ser mencionados.

 ¿Tuvo muchas trabas para encontrar una casa editorial que le publicase sus obras?

Tuve todas las trabas posibles e imaginables, a tal punto que terminé creando mi propia casa editorial. Tratar con las editoriales chilenas es kafkiano y digno de alguien que aspira a habitar una casa para orates. Algunos editores son unos mentirosos de campeonato, además de incompetentes y poco serios. Simplemente no se puede confiar en ese tipo de gente. Ellos fueron mi mejor escuela y me enseñaron todo lo que un editor no debe cometer en el desempeño de sus funciones. Desde ese punto de vista sí me fueron útiles.

 ¿Cómo surgió la idea de convertirse en editor y crear su propia empresa?

Es que me di cuenta que si no creaba mi propia editorial jamás vería mis libros impresos y publicados. Así de simple. La falta de seriedad de muchas editoriales chilenas es notoria y muy categórica. Lo cierto es que después de que publiqué mi primer libro comenzaron a aparecer y a contactarme otros autores en la misma situación que yo. Se quejaban de la falta de oportunidades para editar en Chile. Así fue como comencé a ofrecer ese servicio a los autores chilenos, lo cual tuvo una acogida muy afirmativa y que francamente ni siquiera esperaba. Eso pronto se convirtió en mi medio de vida y en mi principal ingreso económico.

Con el nombre de Ediciones Altovolta, comenzó su andadura como editor, ¿cómo funciona su editorial?

El esquema de funcionamiento es muy sencillo. Si un autor quiere publicar solamente tiene que contactarme y enviarme su obra por medio del correo electrónico. El nicho de mercado de Ediciones Altovolta son los escritores debutantes o poco conocidos, personajes que normalmente carecen de oportunidades en otras editoriales, especialmente en las tradicionales.

 Para aquellos escritores que estén interesados en publicar su libro, ¿qué busca su editorial en una obra para apostar por ella?

Indudablemente busco las mejores obras que sea posible encontrar. Pero no niego ni oculto que mi editorial tiene un sesgo eminentemente comercial, pues vivo de ella. No practico, eso sí, ningún tipo de censura en las obras que edito. Eso lo llevo a la práctica aunque no me guste el contenido de lo que voy a editar. En ese sentido hago mío un dicho muy antiguo y conocido que reza lo siguiente: “no hagas a otros lo que no te gustaría que te hagan a ti”.

 Su última novela escrita es “Operación Lagos”, ¿podría comentarnos un poco la historia del libro?

El libro lo escribí a comienzos de 2000. Pero lo tuve guardado durante 11 años, hasta que lo publiqué el año pasado. ¿Qué fue lo que lo desenterró de su sepultura? A lo largo de 2011, durante algunos meses, tuve una relación con una mujer maravillosa llamada Carmen Gana. Ella de alguna manera me insufló, sin quererlo ni proponérselo, el deseo de ver materializada esta novela olvidada, por lo que también se la dediqué. Es un libro que tiene una trama rica en detalles y que transcurre en muchos lugares geográficos de nuestro planeta como Camboya, Estados Unidos, Chile y Mauritania. Contiene, además, muchas realidades históricas, como son las menciones al Khmer Rouge de Camboya.

 ¿Cuánto tardó en escribirla y cómo fue el proceso?

Lo del tiempo no lo recuerdo exactamente. Debo haber tardado más o menos un par de meses en escribirla. No creo que haya sido más. El proceso fue menos complicado de lo que cabe pensar, pues ya tenía la trama inserta en mi atribulada cabeza. El resto consistió en desarrollar lo que había ideado. Fue un verano en el que casi no salí de casa debido a que pasaba escribiendo dentro de mi habitación.

 ¿Ha tenido la oportunidad de conocer la opinión de los lectores de su última novela?

He recabado algunas opiniones y, afortunadamente, éstas hasta aquí han sido muy positivas, más que con los otros libros. Hay personas que me han escrito a mi correo electrónico felicitándome por la novela.

 ¿Y de los medios de comunicación?

Por estos lares, los escritores apenas existimos para los medios de comunicación. Chile es un país en el que se lee muy poco, casi nada, por lo que la prensa prácticamente no se interesa por la creación literaria. Los medios dedican poquísimo espacio al tema de los libros y prefieren destinar sus páginas a otros rubros, especialmente a la muy mediocre farándula criolla. Y cuando se da el caso de que efectivamente cubren algún evento relacionado con la literatura, lo cual es cada vez menos frecuente, casi inequívocamente es para dar a conocer algún nuevo libro de un autor que ya es previamente conocido. Pero para los debutantes no parece haber tiempo ni espacio.

 ¿Tiene pensado escribir alguna otra novela? ¿Podría adelantarnos un poco de qué va?

Tengo pensado escribir muchas otras novelas. Lo malo y difícil es que tengo que financiar de mi bolsillo todo lo que publico. Estoy escribiendo dos novelas cortas en este momento. Una trata sobre un vuelo comercial que se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en una isla, en un aeropuerto que a primera vista parece abandonado, pero descubren que no están solos en la isla. La otra novela tiene como eje la vida de un campesino que emigra a la ciudad por necesidades económicas. Una vez allí encuentra trabajo con un empleador inescrupuloso y que jamás cumple lo que le promete. El empleado aguanta estoicamente durante años, hasta que repentinamente se le presenta la oportunidad de vengarse de su odiado jefe, para lo cual urde un plan demoledor y que posiblemente lo arruinará o cuando menos lo hará caer en un gran descrédito ante los demás.

Algunos escritores ecuatorianos comentan las dificultades que encuentran para dedicarse profesionalmente como escritores, ¿qué opinión guarda de la literatura en su país? ¿Cree que apuesta poco por ella?

Es bien triste lo que voy a decir, pero la literatura ecuatoriana casi no existe fuera de las fronteras de Ecuador. No ha habido ni hay un esfuerzo oficial para difundir la creatividad de los autores ecuatorianos a nivel internacional y, no creo que falten talentos capaces de escribir una buena obra. Lo único que ha existido es una serie de iniciativas individuales, en las que ciertos escritores hacen un esfuerzo, muy elogiable por cierto, para exportar su obra.

¿Hay diferencias relevantes con respecto a Chile, país donde actualmente reside?

 No hay grandes diferencias con respecto a Chile. Aquí la difusión cultural es muy pobre y poco apreciada. Le dan más crédito a la farándula barata y de baja calidad. La única diferencia sustancial que he podido apreciar en relación a Ecuador, es que Chile tiene unos pocos autores bien conocidos a nivel internacional: Isabel Allende, Roberto Ampuero, Nicanor Parra, Antonio Skármeta y Jorge Marchant Lazcano. Hay también una circunstancia innegable en lo que concierne a la literatura chilena: casi todo lo que se escribe aquí parece girar, directa o indirectamente, en torno al golpe militar de 1973 y la posterior dictadura de Augusto Pinochet. No niego ni ignoro las atrocidades perpetradas por Pinochet y sus secuaces, pero pienso que no es el único tema sobre el cual se puede escribir.

¿Quiere añadir algo que haya quedado en el tintero?

Podría añadir muchas cosas. Ojalá se pueda lograr una difusión positiva de la literatura latinoamericana, que sigue siendo muy creativa y prolífica. Todos los años miles de libros nuevos ven la luz, pero muy pocos logran el beneficio de ser conocidos. La mayoría queda en el más oscuro anonimato.

Publicado el mayo 2, 2012 en Entrevistas, escritores, Inicio y etiquetado en . Guarda el enlace permanente. 2 comentarios.

  1. Guillermo Romero

    Hola Jorge,
    Muy interesante esta entrevista. Habría un tema sobre el cual habría que escribir: me refiero el tema de los Mapuche
    Saludos desde Bremen
    Guillermo

  1. Pingback: Jorge Queirolo no está de acuerdo con la edición de su entrevista «

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