Juan Pablo Villarino explora y escribe la hospitalidad y la cotidianeidad del planeta con mochila al hombro como “Acróbata del Camino”
Su libro Vagabundeando en el Eje del Mal es una detallada bitácora de un viaje en autostop en Turquía, Siria, Egipto, Iraq, Irán y Afganistán. En 2013 en Argentina se publicará su nuevo libro Caminos Invisibles de Sudamérica, que contendrá capítulos escritos por Laura Lazzarino
Por: Alberto Berenguer (@tukoberenguer) y Tania J. Baeza (@undiamasconvida)
Juan Pablo Villarino nació en Argentina. Es nómada desde hace 7 años. En Mayo de 2005 subió a un velero en Belfast, Irlanda del Norte, con destino a Escocia. Fue el comienzo de su soñado viaje a dedo alrededor del mundo. Desde entonces ha vagabundeado, con un presupuesto de 5 dólares diarios, a través de Europa, Medio Oriente, (incluyendo Irak, Irán y Afganistán) China, Tíbet, India, Tailandia y, actualmente, Sudamérica. De regreso en Argentina conoció a Laura Lazzarino, se enamoraron y ahora continúan juntos esta vuelta al mundo en autostop. Cree en la paz y la interdependencia, y en el viaje como estilo de vida. Autor de Un Tango en Tíbet. Locos y penúltimos linyeras en la ruta más desolada del mundo y su primer libro Vagabundeando en el Eje del Mal. Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán de la Editorial Del Nuevo Extremo en Argentina y Editorial RBA en España. Con la venta logran sustentar la expedición y sus proyectos culturales asociados.
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Su andadura dio comienzo en el año 2005 peregrinando por los caminos de América, Europa, Medio Oriente y Asia. ¿Cómo surgió la idea de convertirse en el “Acróbata del Camino”?
La idea era casi incendiaria: declararse nómada y pasar el resto de la vida haciendo autostop por el planeta, para tener algo que ver con los seis mil millones de otros, conocer sus historias, y transmitirlas a través de la literatura. Entonces era un estudiante de psicología urgido por una punzante necesidad de coherencia. No le encontraba mucho sentido a terminar mi carrera en tiempo record mientras el mundo entero se volvía arena de la paranoia y las generalizaciones mediáticas. Viajaría ascéticamente, me hospedaría en hogares de lugareños, haría autostop, y entendería a la gente desde la gente. Más allá de la cruzada por hacer del viaje una plataforma para fines culturales, está el íntimo placer intrínseco de vagabundear, de convivir con santones hindúes, de dormir en un faro en el Mar del Norte o ser invitado –por error- a una boda en Transilvania. Desde 2005, llevo 215.000 km recorridos en autostop en 60 países. Los meses más intensos, transcurridos en Siria, Iraq, Irán y Afganistán, se encuentran compilados en mi primer libro Vagabundeando en el Eje del Mal. Pero mi musa es gorda: tiene una cintura ecuatorial de 40.000 kilómetros. Las crónicas se publican semanalmente en mi web.
La base del periodismo consiste en salir de tu zona de confort para descubrir cosas nuevas para contarlas, ¿cree que su decisión tras marcharse de su país le ha permitido crecer como periodista? ¿En qué medida?
No suelo definirme como periodista, pero inevitablemente me desempeño como tal en algunas de las facetas de la vuelta al mundo a dedo. Durante algunos años, fui corresponsal de los diarios La Capital (Mar del Plata, Argentina), Respublika (Lituania) y Hermannstadter Zeitung (Sibiu, Romania). Creo, sin embargo, que el cronista de viajes (y no el blogger dedicado a enumerar las 10 playas más bonitas de Venezuela para aliviar la pereza mental del vacacionista) sí tiene la responsabilidad social de transmitir cotidianidades significativas a su universo de lectores. En este sentido, el viaje me ha permitido entender lo tremendamente importante que es, en un mundo híper-conectado, la circulación de la información. Pues si la información abunda, también abunda su manipulación a través del recorte y la omisión. Viajar me hizo comprender lo que había por fuera de esos recortes. El testimonio de un campesino colombiano o de un maestro de escuela afgano puede ser más relevante que el de un líder mundial. Los representantes del pueblo nunca hablaran en su nombre…Sobre el Mundo Islámico impulsadas por George Bush. Su estrafalario espantapájaros retórico del “Eje del Mal” ofendía la decencia de millones. Entonces sentí una misión concreta en la que canalizar mi ímpetu de viajar indefinidamente, hasta entonces reprimido: y decidí hacer de Irak, Irán y Afganistán mis primeros destinos.
Existe la idea que el periodismo se encuentra en una grave crisis, tanto de contenidos como de lectores. Además hay una saturación de noticias negativas que tampoco invita a leer los periódicos o ver y escuchar los informativos en radio y televisión. ¿Qué opinión tiene usted de la situación periodística internacional?
Creo que somos testigos de la saturación de un paradigma moribundo: el de los periodistas de despacho, el de las agencias de noticias tradicionales, del copy/paste de los contenidos. Por eso la audiencia más crítica y ávida de contenidos mira hacia la blogosfera en busca de contenidos de autor. No es ético que alguien firme una nota de política internacional sin conocer en persona a los habitantes de ese país. Cualquiera que se haya emborrachado en Irlanda del Norte puede escribir sobre el Ulster con más autoridad que un doctor sedentario desde Buenos Aires. Por otro lado, la televisión cumple cada vez más con una función tutorial de la paranoia. Cada vez que lo encendemos debería decirnos: Su base de datos de miedos ¡ha sido actualizada!
En 2010 prosiguió su aventura junto a la viajera Laura Lazzarino haciendo a los blogueros partícipes de vuestros viajes, ¿por qué decidisteis contar todas las peripecias en vuestros blogs?
Mi blog estaba online desde 2005, y el de Laura desde 2008. La idea era mostrar a través de estos las mil y una peripecias de un viaje cuya misión era desestructurar el mapa de lo usualmente considerado Sudamérica. Así fue que llegamos a Antártida, y desde el extremo sur, ente icebergs y pingüinos, empezamos a trepar lentamente. Caminamos por empedrados incaicos en Bolivia, visitamos a las comunidades Shuar (antiguamente conocidos como jíbaros reductores de cabezas) y recorrimos con minuciosidad pueblos, ciudades y suburbios de Ecuador, Colombia y Venezuela. En nuestro continente, las visiones hegemónicas, paranoides y fascistas encuentran oposición en contra-discursos socialistas, indigenistas, y promotores de la unidad latinoamericana. Nosotros quisimos ajustar algunos de los romanticismos e inconsistencias de las que ambos son portadores ciegos.
Nuestro desafío en este viaje fue intentar que la realidad tuviera más protagonismo que los discursos preconcebidos sobre realidades idealizadas, que muchas veces imputan sentimientos y emociones a actores sociales para lograr la coherencia de diversas retóricas. Parece un acertijo ontológico. Pero es algo muy concreto. En Argentina, por ejemplo, muchos militantes oficialistas se llenarán la boca hablando de los derechos humanos y los pueblos originarios, pero luego justificarán la mega-minería aurífera (una actividad devastadora, promovida por el mismo gobierno y con obvias reminiscencias colonialistas) que afectan a esos mismos pueblos. Lo mismo en Venezuela. Convivimos con todos los estratos de la sociedad venezolana, vivimos con pescadores en casillas de chapa con goteras y también con empleados petroleros que cuando se emborrachaban confesaban que votarían a Chavez sólo porque tenían que “seguir comprando pañales”. ¡Toda una celebración de las migajas! Con las comunidades indígenas pasa algo similar. Todos hablan de ellas, pero nadie se embarra para llegar a ellas. Los indígenas ecuatorianos son acusados de golpistas por el gobierno socialista de Correa –que también se jacta de perseguir la unidad latinoamericana- por defender su derecho al agua. Las verdaderas problemáticas latinoamericanas no pasan por un signo político.
Un año antes surgió el Proyecto Educativo Nómada, un programa de anclaje ideológico en la bondad intrínseca del ser humano, el cooperativismo y el fortalecimiento comunitario. ¿Cómo y por qué surgió Proyecto Educativo Nómada? ¿Cuál es vuestra forma de trabajo?
Después de mi viaje a Medio Oriente, me di cuenta que me había transformado en portador de una visión más optimista del mundo. Entonces comencé, primero tímidamente, a visitar escuelas, a buscar desmantelar el miedo a esos “otros culturales” a través de la proyección de fotografías de mis viajes. Cuando planeamos el viaje sudamericano junto a Laura, decidimos de inmediato que sería una óptima oportunidad para llevar este proyecto itinerante de pueblo a pueblo, de escuela en escuela. Queremos que los niños de nuestro continente logren sentir empatía por gente que vive muy lejos de ellos, cuyas historias de otra manera no conocerían. Hablamos con los responsables de las escuelas, les explicamos nuestros fines, y ellos normalmente reúnen a toda la escuela en un gran salón. Cargamos un proyector portátil para poder llevar el evento a escuelas rurales de zonas empobrecidas. También nos hemos presentado en hogares de niños o comunidades indígenas. En algunas ocasiones, realizamos donaciones de material didáctico y libros.
¿De qué manera pueden colaborar o participar en vuestro proyecto?
Todas las acciones del Proyecto Educativo Nómada se realizan gracias al mecenazgo de nuestros lectores. Fundamentalmente, cada libro vendido es lo que nos ayuda a seguir adelante con esta quijotesca visión de lo que debería ser un viaje. Además, desde la página web tenemos habilitada la recepción de donaciones desde todo el mundo a través de Pay Pal. En Argentina, contamos con una red de lectores comprometidos a los que llamamos cómplices. Ellos realizan pequeñas donaciones mensuales voluntarias. Así fue que en Ecuador, logramos donar una computadora a una comunidad amazónica que luchaba contra madereras y mineras transnacionales. Lo hicimos entre todos los lectores y seguidores de Facebook, en una especie de solidaridad 2.0.
Un linye Tango en Tíbet. Locos y penúltimos ras en la ruta más desolada del mundo es una pieza de colección diaria sobre la ruta menos transitada del planeta, ¿cómo fue su experiencia en Tíbet?
Me considero un catador de absurdos. Y por ellos mi viaje en Tíbet, realizado íntegramente en autostop – y por ende de forma ilegal – durmiendo en monasterios, confraternizando con lamas a los que muchas veces no entendíamos una palabra, fue un caleidoscopio de lo bizarro. Viajamos en camiones con peregrinos, fuimos bendecidos por santos que vivían en cuevas, y compartimos frugales comidas campesinas tibetanas de tsampa y té salado con los moradores de lejanas vivienda de piedra que aparecían tras horas de caminata. Creo que el viaje a Tíbet fue una inmersión concreta en una entidad abstracta, en un ícono. Y para hacerlo más curioso, nos pidieron que tradujéramos un tango. De allí el nombre – y la coordenada impar- del libro.
Para todas aquellas personas que no hayan estado en el aislado Tíbet, ¿qué destacaría de esta región tan desconocida y que haya plasmado en su libro?
El pueblo tibetano, como digno morador de un altiplano, es un pueblo distante, tímido, que observa al caminante desde otra dimensión, prácticamente. Una travesía por Tíbet debe siempre tomar en cuenta el síndrome de vacuidad que este produce en el viajero. Son cientos de kilómetros entre poblado y poblado, y a veces, al llegar, no hay nadie. La nieve, el frío, las triquiñuelas burocráticas para internet también son subestimadas en la previa a un viaje en pos del misticismo evocado por su nombre. Sólo a quien esté listo para soportar estas dificultades técnicas le recomendaría viajar al Tíbet profundo. La recompensa serán cumbres nevadas catedralicias, atardeceres sobre el Himalaya, paisajes incólumes, monasterios milenarios sin turistas alrededor. Un mundo endémico que apenas a notado a Occidente. Ello lo pueden encontrar, o en el Tíbet Occidental, o en mi libro. Para una versión más aguachinada de Tíbet está Dharamsala, en India.
En 2010 editó doscientos ejemplares y posteriormente realizó una nueva tirada por su cuenta, ¿por qué decidió no enviar el manuscrito a diferentes editoriales? ¿Le costó encontrar la financiación para su edición?
Hay varias editoriales cinchando por los derechos de Un Tango en Tíbet. Sucede que desde la imposición de internet como la principal forma de comunicación entre un autor y su audiencia, no estoy cediendo los derechos de mis textos fácilmente. Es poco lo que una editorial puede ofrecerme en Argentina, donde es mucho más negocio para mí mandar mis libros a imprenta y venderlos directamente desde mi web, por correo, a todo el mundo. Para Vagabundeando en el Eje del Mal, acepté una editorial más por una cuestión de ego de escritor primerizo que quiere ver su libro en todas las librerías del país. Fue tan bien, que llegó a España. Pero los próximos textos, de ahora en más, en Argentina, serán auto-editados. Para España, donde los gastos de correo encarecen los envíos, sí estoy dispuesto a negociar con una editorial para Un Tango en Tíbet (y hay varias interesadas). Sólo que algunas reclaman los derechos universales de la obra, sin comprender que no cedo a nadie los derechos sobre esta en Argentina. Pocas editoriales comprenden que un autor viva exclusivamente de las regalías de sus libros. Supongo que muchos escritores lo son como hobby o segunda actividad. Y eso los hace pensar de esa manera.
Después de diez años escribiendo se publica con la Editorial Del Nuevo Extremo en Argentina y Editorial RBA en España, su primer libro Vagabundeando en el Eje del Mal. Un viaje a dedo en Irak, Irán y Afganistán. ¿Qué podemos encontrar en sus trescientas cuatro páginas?
El libro es una detallada bitácora de un viaje en autostop en Turquía, Siria, Egipto, Iraq, Irán y Afganistán. Convida una visión humana y hospitalaria de las personas comunes que viven, trabajan y sudan bajo cualquier bandera sin habitar nunca los titulares de la prensa. Los textos o análisis que hoy circulan sobre estos países están escritos desde despachos, por gente que nunca bebió dos litros de té en una tarde para entrevistar a un local. Yo quiero mostrar lo que piensa, siente y sueña un camionero afgano. Cuando uno se fuerza a necesitar, y camina por el Mundo Islámico como un paria que acampa en las plazas y llega caminando a aldeas, uno calza en la cuota de humildad necesaria para ser percibido con humana horizontalidad, aún por los pueblos más pobres. Eso infunda a mi pluma el vértigo de lo obscenamente cotidiano, pero también la magia de un nomadismo cuya receta se va desglosando página a página.
¿Cómo surgió el interés de la Editorial RBA para publicar su libro en España?
El libro había sido el título más vendido en la Feria del Libro de Mar del Plata, Argentina, de donde surgió el interés de Del Nuevo Extremo en publicarlo. RBA, como miembro del mismo grupo editorial de DNE, tomó interés en el asunto a partir de los informes de la performance del libro en Argentina enviados por DNE.
El reality show Pekín Express, versión adaptada en España de The Amazing Race, emula las vivencias y anécdotas de los viajeros por los distintos países mediante el uso de autostop y alojamientos gratuitos. ¿Qué episodios llamativos retiene en su memoria de los distintos países?
Sólo lo he visto en un par ocasiones. Pero las personas a las que someten a viajar, al menos en los episodios que he visto, lo hacen como quien supera una prueba. Para mi sus dificultades son manjares. Lo que les sucede a ellos, me viene sucediendo cada día de mi vida desde el 1 de mayo de 2005.
Muchos escritores se sienten atraídos por el estereotipo mostrado en los medios de comunicación de la cultura musulmana. Tras su paso por Irak, Irán, Afganistán, Siria, Jordania y Egipto, ¿está de acuerdo con las ideas preconcebidas sobre esta cultura? ¿Cómo se podría cambiar esas ideas?
Te olvidas de esos estereotipos cuando estás en una fiesta privada en la zona norte de Teherán y las chicas entran arrojando al suelo sus hejabs y sacando de una bolsa negra botellas de vodka y etanol que mezclarán con Coca Cola…o cuando vas arriba de un camión hacia Shiraz y los camioneros no dejan de fumar opio y tararear “Me Gustas Tu” de Manu Chao… ¿Cómo cambiarlo? Viajando o leyendo.
El fanatismo impide ver que tras la cultura musulmana hay un gran grupo de creyentes pacíficos que respetan la libertad de expresión. ¿Qué postura toma usted ante la película que ha provocado los últimos atentados o las viñetas de Mahoma que se han publicado nuevamente en un diario francés?
Me parecen de idéntica estupidez los videos y caricaturas como las reacciones hacia ellas. Nadie con un mínimo de ética humana realiza una obra artística (si se puede calificar como arte al precario y defectuoso video casero en cuestión) que pueda ofender a las creencias de otros. Y nadie en su sano juicio debería matar para limpiar la ofensa de una religión que desprecia la muerte. Los musulmanes, claro está, aún deben aprender algunas cosas del taoísmo, como reírse de sí mismos, e invalidar desde la indiferencia los ataques ajenos.
A lo largo de sus viajes tendrá acceso a una gran variedad de historias, ¿fue complicado decidir qué historias contar en su libro Vagabundeando en el eje del mal? ¿Qué debe tener una historia para atraer su interés y la plasme en un libro?
Parir y editar un libro deben ser tareas de similar dificultad. Aunque no podría dar fe. Mi criterio de selección no pasa sólo por lo política o literariamente correcto. Si una historia no tiene la cuota de lirismo o absurdo necesaria, la excluyo. Por eso mis capítulos favoritos son aquellos en que tomo el té en un campo minado, hago autostop dentro del Parlamento Kurdo o soy cartero en Afganistán. Al ser una no ficción, uno debe estar atento en generar estos capítulos en el día a día, en salir a cazarlos como mariposas. Cuando algo parece descarrilarse del sentido común, tomo mi libreta.
¿Las historias que se quedaron fuera darían para una segunda parte?
No, pero hay un almacén de historias previas y posteriores. Las historias de Pakistán, cuando conviví con los kalasha, visité los bazares de los traficantes de armas cercanos a Peshawar y crucé los Karakorum hacia China, tengo planeado añadirlos a una versión ampliada de Un Tango en Tíbet que cuente el camino hacia Tíbet contando desde Pakistán y el Turkestán chino.
Tras su gran experiencia como viajero, ¿qué país le ha resultado más atractivo profesionalmente?
Sin dudarlo un segundo, Afganistán. Por primera vez, allí me pregunté en que siglo estaba.
¿Nos puede adelantar algo de los proyectos en los que esté trabajando?
Actualmente dedicamos cada minuto libre a la redacción de Caminos Invisibles de Sudamérica, libro a publicarse en 2013 en Argentina. La novedad aquí es que habrá capítulos escritos por mi compañera Laura Lazzarino. El lograr centralizar toda la oferta de libros desde nuestro blog también nos impone un desafío técnico, para dos amateur de los sistemas.
¿Seguirá la misma vía para futuras publicaciones?
Dentro de Argentina, la vía independiente. En el extranjero, estamos en negociaciones con diversas editoriales.
¿Qué libro con temática similar a la suya recomendaría a los seguidores de De lectura Obligada?
Quizás me anime a recomendar En el corazón perdido de Asia (RBA) de Colin Thubron y Huellas de Fuego (Sudpol) de Federico Gargiulo. Ambas osadas crónicas de viaje. Lo que sucede con las crónicas de viaje es que abundan, pero no todos los viajeros son escritores. Solamente viajar no alcanza. Y aquello de tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro se traduce en que por cuestiones de ego sobran los libros prescindibles o sencillamente demasiado al estilo “Mi querido diario, hoy me tomé el autobús”.
Publicado el octubre 15, 2012 en América, Argentina, Entrevistas, Inicio. Añade a favoritos el enlace permanente. 2 comentarios.
Verga hijo como le echas m….. A Venezuela que te hicieron??? Echa el cuento o sos derechoso?
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