‘El lector de novela bélica es muy exigente con los datos’

El escritor Daniel Ortega nos habla de su obra literaria, ambientada -en su mayoría- en la II Guerra Mundial

GAG

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Fuente: Daniel Ortega

Usted habla de transmitir sus propias sensaciones a los lectores como motor de su proceso creativo. ¿Cómo se consigue eso?
Creo que transmitir las propias sensaciones a los lectores es un tema complejo. Muchos escriben, pero no todo el mundo que cuenta una historia es capaz de transmitir emociones a quien sostiene el libro entre sus manos. Me considero un ávido lector, y siempre que me sumerjo de lleno en una obra literaria busco que el texto me haga vibrar, que me emociones, que me haga sufrir o esbozar una sonrisa. Por ello, intento que todo cuanto he absorbido en el proceso de documentación de mis obras (viajes, entrevistas, sesiones de búsqueda de información en archivos y manuales, etc.), llegue de algún modo al lector. Narrar historias en primera persona ayuda a ello, pues el lector pasa a ser automáticamente el protagonista de la obra y, desde las primeras páginas, se halla inmerso en sus experiencias. Cuando lo que cuentas lo haces empleando un narrador externo (o la tercera persona), me gusta que los personajes los adapte a sus expectativas el lector, pero también que los escenarios donde transcurre el hilo argumental sea también un protagonista más. El nivel de detalle, los sentimientos, la evolución de los personajes a lo largo de las páginas, son ingredientes esenciales para conseguir lo que me preguntas.

Su primer libro fue Berlín 1945: Mi diario de un infierno (2013), y tras ello hubo un paréntesis de 3 años en los cuales publicó otras novelas. ¿A qué se debió ese paréntesis?
En concreto el paréntesis solamente se produjo en la salida al mercado de la segunda parte de Berlín 1945 (Berlín 1945: Mis últimos días en el Tercer Reich). El proceso de documentación y planificación para redactar esta obra fue extenso y requirió un esfuerzo titánico. Aunque la línea argumental la tenía clara y esbozada, encajar todas las piezas de esta historia no fue sencillo. Quería que fuese una novela histórica de referencia para quienes están acostumbrados a leer este tipo de libros. Este nicho de mercado es muy exigente con lo que lee, no pueden existir errores ni datos que “cojeen” en los libros. Aunque mis obras sean novelas, siempre busco, además de entretener y emocionar, la vertiente divulgativa. La Historia también se puede hacer llegar a través de este género, si bien, a veces, con meras pinceladas para que luego el lector profundice por su cuenta en algún manual, en otras ocasiones me gusta detallar al milímetro cuestiones técnicas del armamento de la época, la forma de comportarse o hablar de los soldados, los vehículos empleados, etc.

En 2014 vieron la luz dos proyectos literarios totalmente distintos. El primero de ellos fue Vuelve conmigo. La historia de un viaje sin retorno (Editorial Dossoles), que versa sobre Isabel, una heroína atípica dentro de un mundo en guerra. En esta historia trato la experiencia real de esta mujer durante nuestra Guerra Civil (1936-1939), ambientada en el medio rural en su mayoría y en el sector “nacional”. Sin duda, un libro capaz de emocionar a quien lo lea, ya que hacer llegar al público este tipo de historias con personajes reales y situaciones reales le concede un plus de drama y realismo respecto a otras novelas. Otro título que fue publicado ese mismo año fue “Renegados de la Wehrmacht” (Afronta Editorial). Este libro, que narra las aventuras de un inimitable elenco de personajes durante la Segunda Guerra Mundial, pretende divertir, entretener y, a veces, hacérselas pasar canutas al lector. En 2017 vio su continuación con Burdel SS (Afronta Editorial); con más acción, situaciones arriesgadas, drama, la brutalidad del frente ruso, e incluso con una pizca de romance. Renegados de la Wehrmacht es un tributo que hago a esa literatura (demasiado olvidada a veces) que tanta repercusión tuvo en la década de los 60’s y 70’s, e incluso 80’s. Era un género, el bélico, respetado y del que millares de lectores disfrutaban en demasía. Hablo de un género que aglutinó a grandes autores como Sven Hassel, Karl von Vereiter (alias de Enrique Sánchez Pascual), Willi Heinrich, Remarque, Web Griffin o, entre otros muchos, James Jones. La lista es muy extensa y la obra de estos escritores, en algunos casos, muy prolífica y de calidad. Esta saga continuará con “Ofensiva Panzer” y, espero, muchos títulos más.

En Berlín 1945 se aborda el final de la segunda guerra mundial, pero desde una perspectiva poco abordada en novelas: el bando alemán como protagonista. ¿A qué cree que se debe esa falta de diversidad en la literatura bélica?
En primer lugar, añadir que, efectivamente, el bando alemán como protagonista, con datos sobre la mesa, es el que menos títulos tiene en el mercado. Insisto, los datos de publicaciones dentro del género bélico están a disposición de cualquiera y, seguro, quien los consulte se llevará más de una sorpresa. Ambas guerras mundiales cuentan con las potencias aliadas como vencedoras (Rusia, Inglaterra, Francia y Estados Unidos). Son innumerables los testimonios que han quedado plasmados en el papel de combatientes que lucharon al servicio de estos países. También las obras literarias (amén de películas y documentales) inundaron, inundan e inundarán el mercado. La cuestión es bien sencilla, puede sonar un tanto extraño, pero es así: ellos fueron los países ganadores y su historia es la que mayor repercusión tiene. Los vencidos, como siempre, pasan a un segundo término. En el caso de las naciones derrotadas en sendas contiendas mundiales, con Alemania como mayor exponente, también cuentan con numerosos autores que narran historias (reales o ficticias) de quienes participaron en las guerras más salvajes que ha conocido la humanidad.

A mí particularmente me interesa leer y aprender cuestiones sobre los países derrotados, pues mucha información y datos relativos a aquellos periodos aún no han visto la luz (hay incontables archivos que cuentan con expedientes “clasificados” que, esperemos, algún día puedan ser públicos para poder analizarlos por parte de historiadores, investigadores y divulgadores). Es muy interesante hacerte con algún libro de décadas pasadas (hablo a partir de los años 50’s) cuando muchos soldados y oficiales alemanes hicieron públicas sus memorias y testimonios sobre su participación en la Segunda Guerra Mundial. A veces solamente nos llegan aquellas obras de los más populares, pero en otras ocasiones se traducen obras de hombres y mujeres que, con menos renombre, también son muy interesantes. Con el paso del tiempo, fruto de ese “vicio” por la investigación y la lectura, la cantidad de obras que uno puede llegar a atesorar. No todo se traduce al castellano, así que a veces hay que leerlas en inglés; idioma en el que podemos encontrar un gran surtido de estos relatos y memorias. Por desgracia también existen auténticas aberraciones que ahondan en cuestiones que rozan lo absurdo. Tal vez sea por conseguir un “best seller” a toda costa por parte de ciertas editoriales. Ya se sabe, en el caso del periodo referente a la Alemania de Adolf Hitler, todavía en la actualidad, se halla envuelta en un halo de misterio, o tal vez morbo, que alienta a muchos escritores y editores a publicar obras que se desvían mucho de los hechos reales.

En el caso de los dos tomos que conforman la obra Berlín 1945 busco que el lector viaje hasta el Berlín de la primavera de 1945, que acompañe a un pelotón de soldados alemanes que lucha por sobrevivir en aquel infierno y también que bucee en la historia de personales reales. El lector aprenderá, al tiempo que disfruta de la lectura de las vivencias del reflexivo sargento Hoffman, lo que ocurrió en las calles berlinesas. Quien ya conozca el desarrollo de la batalla (así me lo han asegurado muchos lectores), se recreará en los pormenores de los combates en los lugares más importantes de la agonizante capital del Tercer Reich. Sin duda, la acción, el rigor histórico, el drama y el gran nivel de detalle se dan cita en esta obra que, pese a ser una novela histórica, pretende hacer llegar un fragmento irrepetible de la Historia del siglo XX a los lectores.

autorEn sus novelas integra personalidades reales con personajes inventados. ¿Resulta difícil integrar los dos tipos de personajes?
A veces sí, pero no siempre si se enfoca como es debido. En líneas generales, en mis obras, siempre exijo que el trasfondo histórico sea riguroso y sin fisuras. Hay demasiadas novelas que fallan aquí; el autor pretende meter una información “con calzador” y a veces hace aguas. En más de una novela histórica o bélica he podido constatar errores de bulto en cuestiones técnicas (armamento, vehículos, etc.), ubicaciones (nombres de ciudades o calles inexistentes en la actualidad) e incluso personajes históricos. Esta cuestión, para mí, resta credibilidad a la obra y al propio autor. Personalmente apuesto por el rigor histórico hasta su máximo exponente. Si voy a relatar algo que implique un gran nivel de detalle (a nivel humano, técnico o de ambientación), no dudo en desplazarme al escenario donde tuvieron lugar los hechos, hacer entrevistas, probar armas y subirme a los vehículos de los que hablo, etc. (siempre con los correspondientes permisos y autorizaciones, especialmente en el extranjero). Todo esto conlleva un enorme sacrificio y renunciar a muchas cosas, pero si se me pongo manos a la obra en un proyecto literario, lo hago con todas las consecuencias para que el producto final sea de calidad.

Una vez logro reunir la información y experimento en primera persona lo que se requiere para conformar la obra, la cuestión de integrar personajes reales y ficticios resulta llevadero. La línea argumental de los personajes ficticios ha de ir en consonancia de los hechos reales vividos por los personajes reales; ahí radica la simplicidad, pero también la complejidad a la hora de trabajar las novelas bélicas e históricas. Si no se hace con rigor, la obra y el autor, irremediablemente, carecerán de credibilidad.

5. Sus novelas se centran en un periodo muy concreto de la historia: la segunda guerra mundial y la guerra civil española. ¿Qué le fascina tanto de esta época?
Son dos contiendas que me llaman poderosamente la atención pues ambas tuvieron una gran influencia en el posterior desarrollo de los acontecimientos que tuvieron lugar en Europa, y también en el mundo, durante el siglo XX. Este siglo vio caer imperios, naciones regidas por dictadores, pero también hizo creer al ser humano que, a pesar de los horrores de la guerra, también existe la esperanza de que, algún día, el ser humano conviva en paz. Por desgracia, nosotros, los humanos, siempre tropezamos en la misma piedra en más de una ocasión, por lo que es fundamental conocer nuestra Historia para poder evitar cometer los mismos errores del pasado.

Estas dos guerras nos han dejado grandes lecciones a nivel moral, pero también han contribuido al avance meteórico en muchos campos, desde el militar (armamento, tácticas de combate y estrategia en el campo de batalla, etc.), como es obvio, hasta otros terrenos como la medicina, la economía, etc. Las citadas guerras han despertado el interés de muchos, ya no solamente desde el aspecto puramente castrense, también han conseguido que profundicemos en la vertiente sociológica de aquellas naciones y pueblos que se enfrentaron entre sí. ¿Cómo vivían aquellas personas? ¿Cómo se comportaban? ¿Cuáles eran sus costumbres? ¿Por qué actuaron de cierto modo y no del opuesto? Hay un sinfín de interrogantes por desvelar a base de investigar y profundizar en lo que originó, mantuvo e hizo concluir tanto la Guerra Civil española como la posterior Segunda Guerra Mindial.

Dentro de lo horrible que es todo enfrentamiento bélico (no olvidemos, entre seres humanos), siempre hay que intentar extraer algo positivo de ello. Lo malo todos lo conocemos.

Los personajes atormentados, renegados, repudiados o “traidores” a la causa forman parte de sus novelas centradas en la segunda guerra mundial. ¿Por qué eligió estos personajes como eje central?
Dentro de mi obra, considero que de nada sirve retratar al típico “superhéroe” que siempre resulta vencedor en todas sus pugnas con el enemigo (siempre muy malo y despreciable), el general o presidente de turno le forre el uniforme con condecoraciones tras la gesta y, de paso, por el camino conquista varias mujeres a su paso como si éstas fuesen meros objetos sin criterio ni personalidad. Me parece todo muy tópico.
En el desarrollo de mis libros busco que el lector se identifique con los personajes para que el nivel de implicación con la obra sea mayor. Trato de dar vida a personajes, como bien los calificas, que sean atormentados, renegados e incluso repudiados por la sociedad. ¿Por qué? Porque todos tenemos algo de ellos dentro de nosotros. Todos tenemos un lado oculto que a veces nos gustaría mostrar, pero que por las imposiciones de la sociedad no podemos. En la guerra siempre sale lo peor de uno mismo. No hay que ser hipócritas. Si nos hubiese tocado vivir en aquellos tiempos tan terribles, nadie sabemos lo que hubiésemos sido capaces de perpetrar si nos ponen un arma en la mano y nos lanzan al infierno del campo de batalla o, lo que es peor, a la retaguardia con todo el tiempo libre del mundo.

autorTodo cuanto relato en los libros, de algún modo, es real o se asemeja mucho a la realidad de aquellos años. Los soldados, cuando están en el frente, no se dedican a disparar en todo momento, ni mucho menos. Hay demasiada tensión en los “tiempos muertos” durante los que no hay que tirotearse con el enemigo. También hay cabida para la reflexión, para el hastío que provoca el no hacer nada, salvo esperar a que lleguen las órdenes por parte de un oficial al que, seguramente, no soportas. En otras ocasiones, en la retaguardia, pongámonos en el lugar de esos soldados jóvenes, muchos de ellos imberbes, que cuentan con unos días de permiso. ¿Qué van a hacer? ¿Comportarse como santos? Los hechos históricos hablan por sí mismos. Muchos soldados regresaban, si podían, de cabeza al hogar familiar para reconciliarse con todo lo malo que habían hecho en el frente (o para compartir las anécdotas vividas con buenos camaradas fallecidos) y tratar de poner su cabeza en orden. Otros regresaban para ver a sus hijos, nacidos después de la partida hacia el encuentro con el deber impuesto por el país (aténgase uno a las consecuencias si no lo hacía sin rechistar). Y, como no podía ser de otra forma, los hubo que, por supuesto, aprovecharon para irse de juerga; hablo de aquellos sin otras obligaciones que las exigidas por el Ejército. Si no se estaba en el frente, donde se corría peligro de muerte, tocaba exprimir la vida al máximo. Borracheras, apuestas, tropelías de todo tipo, flirteo con mujeres, pasión exagerada con sus mujeres o novias, etc., todo en pos de olvidar la guerra, aunque sea por unas horas, o por unos días.

No por ello dejo de lado algo muy importante que concede más humanidad a los personajes. Hablo de valores morales, ética, sentimientos y una evolución constante de cada uno de ellos. Me encanta presentar un personaje en las primeras páginas que, con el transcurso de sus vivencias, llega al final de la historia con cambios, con experiencia en su “mochila de la vida”, con nuevos amigos y enemigos, pero también con cosas que contar a otros personajes que no han vivido lo que a él le ha tocado vivir. Al fin y al cabo, todo personaje tiene algo de real que, mezclado con la ficción, nos da eso que buscamos: la empatía con los hombres y mujeres cuyas vidas vemos discurrir en las páginas.

Además de las novelas, es usted coautor, junto con Antonio Gil, de la novela gráfica Stalingrado. La Historia gráfica (2018). ¿A qué se debió ese cambio?
Más que cambio, digamos que se trató de una incursión en un terreno inexplorado por mi parte. Con anterioridad he revisado guiones cinematográficos y textos literarios de otros autores, así que meterme de lleno en esta novela gráfica fue algo muy trepidante. Es un mundo totalmente distinto al de las novelas. Los cómics se basan gran parte en la imagen, en aquello que visualiza el lector, pero también hay que darle un sentido y un orden a todas esas viñetas. Trabajé codo con codo con el prestigioso ilustrador Antonio Gil para que no quedase suelto ningún cabo. Fui el responsable de documentar la obra (aunque él también es un gran experto), en la que tratamos la batalla de Stalingrado de comienzo a fin (incluso su antes y después).

La trama fue complicada de tejer, pues aunque ambos teníamos claro el contenido que queríamos presentar (el desarrollo de la batalla, sus aspectos técnicos, protagonistas, sucesos más relevantes, etc.), lo complicado fue realizar una suerte de selección exquisita de los eventos históricos más importantes de la lucha por la ciudad emplazada a orillas del Volga. En suma a lo anterior, hubo que confeccionar un catálogo de textos de tipo técnico para que cada lector, profano o no en Historia, pueda situarse, a través de los capítulos, en el momento exacto que se desarrolla en cada capítulo. Y, por si todo lo anterior no hubiese sido bastante, los diálogos debían contar con mucha fuerza y ser ágiles para que el ritmo de la acción no decayera en ningún momento.

Fue un trabajo arduo que nos llevó más de un año para poder preparar, documentar y perfilar hasta el último de los detalles, pero gracias a la constancia de ambos este trabajo por fin vio la luz en Junio de 2018 a través de la editorial La Esfera de los Libros. A modo de avance, quisiera destacar que la obra será traducida al inglés y en primavera de 2019 desembarcará en el mercado norteamericano bajo el nombre Stalingrad. Letters from the Volga. Sin duda, una grata recompensa a tantas horas de trabajo invertidas.

¿En qué se diferencia el proceso creativo entre ellas?
Expuesto lo anterior, la gran diferencia radica en la síntesis y filtrado de contenidos. Si bien en una novela puedes contar con espacio más que suficiente para contar todo lo que quieres contar, apenas sin límites, en un cómic cuentas con un espacio mucho más limitado. Hay que marcarse un objetivo en cuanto a extensión se refiere (112 páginas en el caso de Stalingrado. La Historia gráfica) y ceñirse a él con todo las restricciones que ello implica.

Por otra parte, en este proyecto he tenido que trabajar con otra persona. Normalmente a la hora de crear una novela lo hago en solitario, no preciso de la intervención de nadie más. Pero, en este caso, Antonio Gil ha sido un gran compañero de viaje con el que ha sido un privilegio meterse de lleno en esta aventura. Con total seguridad puedo afirmar que “Stalingrado” es la primera de muchas colaboraciones.

Su próximo trabajo será Cielo rojo, águilas azules, en el que ahondará en el papel de las tropas españolas en la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué más nos puede avanzar de esta obra?
Llevo inmerso en este apasionante proyecto desde la primavera de 2016. El proceso de documentación ha sido extenso y también me ha exigido desplazarme a varios puntos de España y Europa para poner los pies donde los protagonistas también lo hicieron en un periodo muy concreto: Julio de 1941 a Marzo de 1942. Hablo, en esta novela, del papel que jugó la Primera Escuadrilla Azul, es decir, de los pilotos y el personal de tierra (un total aproximado de 120 hombres) que sirvió en el frente oriental encuadrados en la Luftwaffe.

Muchos de los aviadores (a Rusia partieron un total de 17), por poner varios ejemplos, como el comandante de la expedición, Ángel Salas Larrazábal, y varios de sus subordinados, capitanes Bayo y Arístides, o los tenientes Alcocer, O’Connor, Lacour o Cesteros, eran experimentados pilotos que sabían lo que era manejar un caza de combate. Habían participado en la Guerra Civil Española y contaban con varios derribos en su haber. Al frente ruso, por tanto, partieron un elenco de pilotos de caza selectos a los que se les exigió estar a un gran nivel desde el primer momento. Cabe añadir que, dentro del personal de tierra, también existieron mecánicos, armeros, personal de seguridad e intendencia, un médico, un capellán y demás empleos imprescindibles para que, los aviadores, pudiesen prestar sus servicios. Sin ellos, el trabajo de los pilotos sería totalmente imposible.

Para guiarnos por la historia de esta Primera Escuadrilla Azul (de un total de cinco escuadrillas que prestaron sus servicios en la guerra junto a los alemanes), he introducido un personaje singular y emotivo, que también es piloto, y será el encargado de hacernos revivir lo que esta unidad hizo durante su estancia en el frente y retaguardia. Carlos, así se llama, también es un veterano piloto, no tanto como sus compañeros, pero sí cuenta con un ardor guerrero en su interior que le llevará a zambullirse de lleno en la acción y en el horror de la guerra. Quiero que este libro arroje un poco de luz en cuanto a la historia de esta escuadrilla se refiere, ya que muchas veces, en los libros de Historia, cuando se trata lo relativo a las fuerzas aéreas, el protagonismo absoluto se lo llevan los pilotos. Por tanto, mi deseo es hacer saber al público cómo es el funcionamiento de estas unidades, el día a día, sus entresijos, la imperiosa necesidad de contar con un personal de tierra de una calidad técnica exquisita para que los aparatos puedan surcar el cielo. Esa será la misión de los mejores de Carlos, Juan y Manuel (mecánico y armero respectivamente), otros protagonistas esenciales en esta obra para mostrarnos el papel de este colectivo, a veces, tan olvidado.

Seguro que los lectores disfrutarán de lo lindo cuando, junto con Carlos, pongan en marcha un formidable Messerschmitt Bf-109 y rueden por la pista a toda velocidad. Tras el despegue, una vez en el aire, podrán comprobar que no todo se resume a derribar enemigos. La historia de estos hombres va mucho más allá de eso, porque las guerras van mucho más allá de los tiros en primera línea. Si todo va según lo planeado, en cuestión de meses habré terminado la fase de redacción. Así que pronto habrá novedades al respecto.

Ángeles de piedra nos narrará la I Guerra Mundial. ¿Qué diferencias ha notado entre la primera y la segunda guerra mundial?
Este proyecto está a la espera, digamos, de que Cielo rojo, águilas azules despegue y deje un hueco en la pista. Ángeles de piedra está totalmente documentado y la línea argumental creada hasta el más mínimo detalle. Eso sí, dada mi meticulosa forma de proceder en cuanto a creación de novelas se refiere, deberá esperar un tiempo para que pueda ponerme a redactar el intrincado camino que les aguarda a los personajes. La I Guerra Mundial es un conflicto que me llama particularmente la atención, pues todo lo que tiene que ver con él marcó un antes y un después en el mundo. No me refiero únicamente a cambios geográficos y políticos en el mapa de Europa (y más allá), sino que también me impresiona el modo en que cambiaron y evolucionaron campos como la medicina y la tecnología militar. Pero, sobre todo, la propia forma de hacer la guerra entre 1914 y 1918, demostró la inutilidad de las guerras, el infierno de las trincheras, la miseria que padecieron soldados de ambos bandos y, por supuesto, el drama que se vivió en retaguardia. Sin duda, la Gran Guerra es un conflicto marcado por el barro, el alambre de espino, los “caballeros del aire”, las ametralladoras, las armas químicas y la aparición de los carros de combate.

Todo esto quedó ensombrecido cuando estalló la II Guerra Mundial, pues se llevó la triste fama de ser la protagonista del siglo XX. Hoy en día mucha gente observa la Gran Guerra como algo muy distante, casi olvidado, si bien la II Guerra Mundial parece estar presente en muchos aspectos de nuestra vida actual. De ello se ha encargado el cine, la literatura y la televisión, que nos bombardean casi a diario con contenidos referentes a la contienda que tuvo lugar entre 1939 y 1945.

Sin duda, a nivel personal, disfruto mucho estudiando la Gran Guerra, pues ella es el origen de la II Guerra Mundial, pero también porque en la primera contienda mundial nos ha dejado infinidad de lecciones que el ser humano, para variar, no ha aprendido, pues ha vuelto a caer en los mismos errores. Me quedo con esas imágenes y testimonios de los soldados que participaron en aquel conflicto, no importa el país bajo cuya bandera combatieron, ya que muchos de ellos nos dejaron por escrito los sufrimientos indecibles que se vieron obligados a padecer. Nos hablan de la vida en las trincheras, entre ratas, conviviendo con la enfermedad, con la muerte aullando sobre sus cabezas a diario, el anhelo constante del hogar, el sentimiento de camaradería y cómo el heroísmo y la fe en la victoria se transforman, con el paso de los años, en una visión de completa inutilidad en cuanto a lo que están haciendo. Es muy difícil hacerse a la idea de lo que ellos sufrieron cuando nosotros, cien años después, leemos sus palabras recostados en un cómodo sofá.

¿Cómo se enfoca una novela en la que se integran personajes de dos bandos enfrentados?
La Historia es algo que me ha fascinado desde niño y, desde entonces, he comprendido que la Historia la construyen los hombres con cada paso que dan, erróneo o acertado. Siempre me gusta tratar la Historia con objetividad. Me quedo con ese concepto: objetividad. Muchas veces hay quien se empeña en mezclar en una novela la política con la Historia. Creo que puede ser un fallo a la hora de presentar una trama que van a protagonizar una serie de personajes. Para mí, las novelas bélicas e históricas son un instrumento para entretener y, si de paso se puede, hacer un poco de divulgación.
La política, en mi caso particular, no tiene cabida, pues es algo que deben tratar las personas que viven de ello. Mis personajes, por supuesto, pueden tener sus afinidades políticas. Por ejemplo, un alemán, militar o civil, que es acérrimo seguidor del Partido Nacionalsocialista, o, en su caso, un ruso, también militar o civil, que abraza el credo comunista. A través de ellos no pretendo hacer apología ni de una corriente ni de otra, más bien pretendo que el lector se transporte a aquella época y se haga una idea de lo que eran personas que se vieron inmersas en un conflicto bélico, independientemente de sus creencias políticas.

En mis obras, casi todas ambientadas en la II Guerra Mundial, en el frente oriental, rusos y alemanes luchan entre sí, pero, a veces, deben llevarse por conveniencia. En ambos casos, puedo asegurar a los lectores que las ideas políticas del personaje más fanático (ruso o alemán) desaparecen; una vez empiezan los tiroteos, lo que prima es salvar el pellejo. O, si toca hacer algún “apaño” puntual con el enemigo, lo primero es lo primero: el interés particular. En definitiva, enfocar estas novelas con personajes enfrentados es una cuestión compleja, repleta de matices, pero que es muy grata una vez contemplas que los resultados son positivos. No puedo evitar recordar en estos momentos las palabras de muchos lectores cuando aseguran que, una vez han terminado alguno de mis trabajos, echan de menos a uno o varios personajes (se han enamorado de alguna protagonista o, incluso, odian a uno o varios de los “malos” o “no tan malos”). Eso es sinónimo de que las cosas se han hecho bien: los personajes han dejado un poso en el lector.

¿Cómo es su proceso creativo, su día a día delante del papel en blanco?
Siempre que el trabajo, las intervenciones en radio y demás obligaciones personales me lo permiten, trato de aprovechar todo el tiempo libre del que dispongo para dedicarlo a la documentación y a la redacción de artículos o novelas. Quisiera reseñar, con tu permiso, que yo no vivo de mis obras literarias, no obtengo una recompensa económica suficiente como para ello. Sí que es cierto que todos los años se generan unos derechos de autor, imparto conferencias o recibo alguna remuneración por artículos que me encargan terceros. Pero estos escasos ingresos únicamente me sirven para costearme algún viaje de documentación, desplazamientos para realizar entrevistas, efectuar el pago de tasas en archivos históricos u otros desembolsos que me permiten obtener información para elaborar nuevos trabajos.

Una vez dispongo de la información, amén de contar con el tiempo necesario para ponerme manos a la obra, me gusta planificar todo para que no quede ningún cabo suelto. Hablo de estructurar cada proyecto de forma metódica, tener presente desde el comienzo los hechos históricos que quiero relatar y los personajes reales, si es el caso, que participarán. También es importante estructurar los personajes ficticios para que los mismos no sean “planos” o carentes de personalidad propia. A partir de ahí… Secreto profesional. Fuera bromas, la forma de trabajar de cada escritor es muy distinta. Para mí es importante todo lo anteriormente expuesto, una vez tengo esa base sólida, comenzar a construir la trama se resume a mezclar los ingredientes para dar con la fórmula deseada. Pero eso, insisto, ya es muy particular de cada persona que afronta el papel en blanco; algo que, por cierto, jamás me produce vértigo. Todo lo contrario, el folio en blanco me invita a rellenar cada página de comienzo a fin para que, después, el lector pueda saborear historias elaboradas con criterio y, por si fuera poco, revisadas una y otra vez hasta que se logra un texto legible que sea capaz de despertar emociones en el lector.
Tras el largo proceso de redacción, llega el momento de las revisiones y correcciones, no todo es coser y cantar. Además, al trabajar con editoriales, siempre hay que realizar intercambios de impresiones acerca del contenido y, por supuesto, añadir, restar o enmendar líneas, párrafos o páginas enteras. Hasta que una idea o proyecto se materializa en un libro impreso que podemos comenzar a leer, implica una gran inversión de tiempo (como he dicho, por parte del autor y la editorial). Una vez hemos llegado a este punto, solamente resta esperar que los lectores valoren el resultado y emitan su veredicto. Si la crítica es negativa, toca estudiar los puntos en los que ha fallado la obra y, si por el contrario es positiva, nada de relajarse, hay que continuar en la línea de trabajo correcta y seguir aprendiendo y mejorando, porque en esto de las letras, nunca se deja de aprender y siempre hay cabida para el crecimiento como escritor.

Así que, si hay que hablar de algún tipo de éxito, personalmente, creo que el mismo se resume a estar satisfecho con el trabajo propio, cumplir con los objetivos planteados, alcanzar lo que marca tu nivel de exigencia y, ante todo, ser fiel a uno mismo sin traicionar jamás a los que te ayudan en cada proyecto. El reconocimiento de cada una de las obras publicadas, eso ya es cuestión de que el público valore cada una de ellas, no queda otra…

Publicado el enero 26, 2019 en entrevista, Entrevistas, entrevitas, escritores, Inicio, novela, novela bélica, novela histórica y etiquetado en , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

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