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‘Una espina en la carne’, de Lola López Mondéjar: pensamientos sobre la escritura

La escritora nos introduce en las razones que motivan la escritura, la escritura como melancólica enfermedad que indaga en esa otra identidad que ocultan los autores

Por: Manuel García
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En lugar del espino crecerá el ciprés,

y en lugar de la ortiga crecerá el mirto;

y esto será para gloria del Señor,

para señal eterna que nunca será borrada.

Isaías, 55:13

Después de los trabajos de Isabel Paraíso, me encuentro con una obra sobresaliente de la escritora Lola López Mondéjar, publicada en Prismática, que reflexiona sobre la creación literaria desde un punto de vista psicoanalítico.

Seguramente no puedo ser lo suficientemente objetivo por la admiración que siento hacia esta escritora y amiga, pero también es cierto que mi formación en Semiótica me facilita el análisis de un ensayo que la autora de Mi amor desgraciado construye con un rigor significativo, pero sin caer en un árido metalenguaje del que a veces pecan numerosos ensayistas. Destacaría la importancia que tiene el ensayo dentro del panorama de investigaciones que, sobre la creatividad y su inefable raíz, se han realizado hasta ahora, pues es inusual este tipo de trabajos en nuestro país.

Recuerdo un trabajo excepcional de María Teresa Caro Valverde, La escritura del otro, donde la filóloga analizaba el significado de la escritura desde el punto de vista histórico y antropológico. Muy recomendable. Con este ensayo, Una espina en la carne, Lola López Mondéjar se une a esa tradición europea de Jabès, Blanchot o Broch que, junto a su obra literaria, tienen además un importante muestrario de ensayos, cartas y aforismos que reflexionan sobre los misterios de la creación. Lee el resto de esta entrada

Lola López Mondéjar habla de su última novela: Cada noche, cada noche

«Nabokov -confiesa L.L. Mondéjar– ha sido un autor que me ha formado como escritora, un ideal, sobre todo formalmente, no tanto en su poética lúdica o en su falta de compromiso y su misoginia»

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Fuente: El lorquino

Tras la publicación en la editorial Siruela de su novela Cada noche, cada noche, Lola López Mondéjar conversa con Manuel García sobre ese homenaje a Nabokov que significa su nueva creación y nos adentra en el proceso complejo de la escritura, revelándonos aspectos temáticos y sociales sobre esta obra así como sobre su anterior narrativa.

La hibridación de géneros, la masculinización del poder, la mujer como símbolo de redención y superación ante la adversidad y un continuo tributo a la literatura anglosajona definen a esta escritora como una de las voces más interesantes de esta última década en la narrativa española. El escritor oriolano agradece la generosidad que Lola López Mondéjar ha tenido siempre con él, sin olvidar cómo sus trabajos siempre han sido para mí una profunda lección acerca de algunas cuestiones psicológicas inquietantes y turbadoras que residen en la propia concepción humana del sujeto.

Por: Manuel García
La figura del Nabokov de Lolita es la piedra angular de tu nueva novela. ¿Ha sido la literatura de este autor pre-texto de tu narración? ¿O el pretexto para elaborar una épica de sumisión y redención?

Nabokov ha sido un autor que me ha formado como escritora, un ideal, sobre todo formalmente, no tanto en su poética lúdica o en su falta de compromiso y su misoginia. Es desde esa admiración que he querido dialogar con su obra más conocida, Lolita, para devolver a su lectura un aspecto que se le sustrajo: que se trataba de una historia de violencia sexual y no de amor. Interpretación esta que el mismo autor hubiese querido que se hiciera. Le he dado voz a la niña enmudecida en la novela, cuyo narrador, y seductor, es Humbert Humbert.

En tu narrativa, la mujer ocupa un lugar que, desde mi punto de vista, trasciende lo meramente narratológico (como actor de una serie de acciones y secuencias) para convertirse en una realidad mucho más compleja. Mítica. Antropológica. En esta última novela como en otras, la necesidad de abolir lo patriarcal, lo masculinizado, representa la llegada de un matriarcado que puede liberar a la mujer de un lastre cultural opresivo.
No propongo ninguna sustitución del patriarcado por un matriarcado, sino que, en realidad, solo intento interrogar las interpretaciones del patriarcado, desvelar un pensamiento hegemónico que excluye a la mujer como sujeto del discurso. En Cada noche, cada noche, por ejemplo, Dolores Schiller, la protagonista, toma la palabra para dársela a su madre, oculta en el texto con el que dialogo. En Mi amor desgraciado interrogaba el mito del amor maternal como una imposición hecha a las mujeres que oculta las múltiples experiencias de la función materna que las mujeres-madres vivimos, el mito las resume y sintetiza interesadamente de forma falaz, negando nuestra realidad. En La primera vez que no te quiero intenté cuestionar muchos de los valores de la transición española, sobre todo aquellos que afectaban a la vida íntima: la revolución sexual como revolución patriarcal, que impuso modos de relación con el otro que excluían las necesidades de intimidad y afecto que necesitan las mujeres. A lo largo de mi obra he querido establecer este tipo de reflexiones, de una manera a veces inconsciente, por pura necesidad de aclarar mediante la escritura lo que siento y pienso. Lee el resto de esta entrada

épica: Cada noche, cada noche, la nueva novela de Lola López Mondéjar

Con esta nueva novela, la escritura de López Mondéjar se hace reconocible para lectores futuros, pues la escritora murciana ha conseguido la autonomía narrativa de sus propios mundos

Por: Manuel García
1.La escritura de López Mondéjar se ha caracterizado siempre por ocupar un espacio dentro de la narrativa actual española que, hasta la fecha, salvo algunas excepciones, ningún otro escritor ha ocupado con obras de suficiente alcance significativo.

Frente a la frivolidad con la que en esta última década ha sido tratado un género como la novela desde el punto de vista mediático y empresarial, nos encontramos con Cada noche, cada noche, donde la escritora murciana nos muestra la otra cara de la modernidad y sus virtudes creativas, aquella que profundiza en la seductiva y temible literatura de las patologías mentales, en ese crisol de ilusiones, perplejidades y alucinaciones que también nos definen como seres humanos. Lo irracional y el sentimentalismo actúan como condicionantes de una realidad comprometida con la subjetivización de la propia existencia y de sus entornos, cada vez más difusos en estos tiempos de inestabilidad social y política.

Cada noche, cada noche es un tributo a Nabokov, a esa fábula inquietante y maligna de Lolita, que la escritora traslada a dos niveles narrativos, pues dos mujeres intentan redescubrir su vida a partir de la revisión de la novela del autor ruso. Una madre y una hija se conocen en un mismo discurso narrativo gracias al hallazgo de unos diarios. El embaucador Pigmalión, Humbert Humbert, interviene en sus vidas como trasunto biográfico de un personaje literario que ejerce una poderosa influencia en la conducta de estas mujeres en diferentes tiempos de su vida, recreándose esa dicotomía esencial en la narrativa de Nabokov: la inocencia voluntaria frente a la dominación como tendencia adictiva y castigadora. Lee el resto de esta entrada