Archivo del sitio

‘Ya no tengo miedo’, relato de la violencia de género «desde el prisma de una niña»

El objetivo de la autora, Patricia Fernández Montero, es dar a conocer una realidad no visibilizada

Por: Tania J. Baeza
miedoYa no tengo miedo
se trata de un libro autobiográfico que habla de la violencia de género desde el punto de vista de los niños que la sufren. ¿Cómo supo que estaba preparada para dar a conocer su historia?
Realmente no hubo un momento puntual. Fue todo pura inercia. De pronto, un sábado por la noche, se me ocurrió que podría escribir mi historia. Pensando que quizás lo que yo había vivido no era un caso excepcional. A los pocos meses (no me pude dedicar íntegramente a la elaboración del libro dado que estaba estudiando), decidí que lo iba a publicar.

Pero nunca me planteé si estaba preparada o no. Simplemente me dejé llevar y supongo que poco a poco me he ido preparando para contarla. Como me gusta decir, he hecho mi camino al andar.

¿Qué sinopsis haría de su obra?
Desde mi punto de vista, Ya no tengo miedo, es pura emoción. Es cómo se siente un niño/a que vive una situación de violencia de género y no sabe qué está pasando realmente. Es una denuncia social e institucional. El no querer ver y no querer oír tan generalizado. Ya no tengo miedo es una llamada a las conciencias de las personas, desde la inocencia de una niña que tuvo que crecer demasiado rápido.

Es, sin más, la violencia de género desde el prisma de una niña.

¿Cuánto tiempo le llevó escribir el libro? ¿Qué fue lo más duro del proceso?
Como he mencionado antes, el libro fue un proceso de unos meses. Lo empecé en enero y pude terminarlo cuando me dieron las vacaciones escolares.

Escribirlo fue un proceso enriquecedor y de un intenso trabajo personal. Tenía claro que mi único objetivo era dar a conocer una realidad que no tenía ningún tipo de visibilización. Quería llevar a cabo una denuncia social y ser capaz de ayudar a otros niños/as. Por todo ello, quizás, lo más duro de escribir Ya no tengo miedo fue tomar conciencia de lo que había vivido. Muchas veces me pregunté cómo había sido capaz de superar tanto dolor. Cómo mi familia había sido capaz.

Tuve que leerlo varias veces, hacer esquemas para situar los dieciséis años de mi vida que iba a plasmar en negro sobre blanco (yo tenía dieciséis por aquel entonces) y ser capaz de, no solo contar una serie de hechos, sino de transmitir las emociones que los acompañaban. Lee el resto de esta entrada