Reseña: “La salita”, de Juan Carlos Mantilla

Una ‘novela teatral’ sobre el más puro costumbrismo andaluz repleta de ironía y humor

Por: Alberto Berenguer     Twitter: @tukoberenguer

Portada de la novela con Ediciones Dauro

Portada de la novela con Ediciones Dauro

Juan Carlos Mantilla se ha convertido en un escritor de cabecera en mi librería. Cuando recibí un ejemplar de su nueva novela, la portada provocó una gran sonrisa en mis labios imaginando las disparatadas conversaciones que el escritor antequerano había plasmado en La salita. Pues la portada refleja muy bien lo que el lector va a encontrarse a lo largo de las ciento sesenta y dos páginas.

La salita es un peregrinaje surrealista a su Andalucía, que representa a un sector de la España más profunda, católica y nacionalista. El lector más joven puede hacerse una idea de las opiniones y actitudes convencionales de una familia andaluza de mediados del siglo XX, sus tradiciones o sus creencias; pero también el lector más maduro puede saborear con gracia las particulares batallitas, conversaciones familiares y los aciertos y desaciertos entre personajes. ¿Qué mejor que descubrir esa época desde una salita andaluza?

Una novela que destaca por la libertad narrativa, dejando claro desde el inicio la originalidad de la obra con la presentación de cada uno de los personajes. Y ya que hablamos de los personajes, Juan Carlos Mantilla siempre consigue con gran maestría que no falte ni sobre ningún perfil. El lector encontrará a un solterón funcionario de organismo estatal, a un militante del partido populista y alcalde, a un divorciado y liberal socialista demócrata de izquierdas y republicano, un sacerdote, devotas, hipocondríacas…y a todos ellos dándoles voz con el mayor respeto e ironizando la actualidad desde la vida cotidiana del pasado. Otro punto a destacar es que el autor introduce nuevamente personajes de su anterior novela En busca de la infancia perdida pero en esta ocasión desde un segundo plano, como La Gorringo o las tres hermanas dueñas de tres gorriones hasta que un cernícalo se los arrebató, priorizando en esta ocasión otros personajes que ha dado a conocer más a fondo en La salita como la señora madre María José. Lo interesante de los personajes es que el escritor no resalta simplemente sus aciertos sino sobretodo sus debilidades, es decir plasma la autenticidad de los personajes. Eso permite al escritor poder ironizar y criticar los distintos estilos de vida de una forma desenfadada y casi humorística. Poder manejarlos a su antojo. Esta obra deja un buen sabor de boca al lector.

¿Para qué sirve una salita sino como lugar de encuentro entre familiares, para que el más pequeño juegue, la anciana haga molde, pongan a caldo a todo el pueblo o las visitas alucinen con el orden y los manteles de ganchillo? De esta guisa se desarrolla La salita.

Una obra muy directa, elegante y sin necesidad de demasiadas explicaciones, que llama la atención por la forma tan delicada que maneja el autor los sentimientos y emociones. La narración es muy cercana, ligera y pasional. Consigue que el lector viva durante días en un recinto de pocos metros cuadrados, pero totalmente lleno de vida y de realidad social. Reflejos de las entrañas ‘españolitas’ presentes en la actualidad.

Al final, es una obra que invita a la reflexión y apuesta por la paradoja. Comencé a leerla en época de exámenes y me duró dos días. Agradezco a Juan Carlos Mantilla por seguir confiando en mí como lector y por compartir su historia. Enhorabuena por crear esta gran obra en un recinto tan pequeño, que espero verla pronto representada como se merece. Agradecer también a Ediciones Dauro por seguir interesándose por nuestras reseñas.

Muy recomendable para todos los públicos.

Publicado el diciembre 27, 2014 en Inicio, Reseñas, Reseñas DLO y etiquetado en , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. Juan Carlos Mantilla

    Alberto muchas gracias por tan bonita reseña. Felices Fiestas y mejor Año Nuevo ! Un abrazo. Juancarlos Mantilla.

  1. Pingback: Reseña: ‘Mi amigo Filiberto’, de Julián Baena |

  2. Pingback: La salita | El blog del Grupo Dauro

Deja un comentario