David Jiménez: “El Botones de Kabul, es un reflejo de aquellas experiencias que cubrí durante algunos años en la guerra afgana”

David Jiménez, nacido en Barcelona en 1971, es periodista y escritor. En 1998 dejó la redacción del periódico El Mundo en Madrid al convertirse en  su primer corresponsal en Asia. Desde entonces, ha dictado noticias desde las revueltas de Indonesia, Filipinas, Nepal o Birmania. Ha cubierto guerras como la de Afganistán, la muerte de Bin Laden, los grandes tsunamis del Índico y el Pacífico o la problemática nuclear de Fukushima. En su currículo periodístico destacan las entrevistas realizadas al Dalai Lama, Corazón Aquino o Aung San Suu Kyi. Además es conocido en otros países porque sus artículos se han publicado en: Corriere della Sera, The Guardian o The Toronto Star. También ha colaborado con The Sunday Times, Esquire, CNN, el Servicio Mundial de la BBC y Radio Francia Internacional. En 2007 publicó su primer libro, Hijos del Monzón (Kailas) premiado como el Mejor Libro de Literatura de Viajes en España. Su último libro es la novela El Botones de Kabul (La Esfera de los Libros, 2010). Actualmente reside en Bangkok, Tailandia.

Fue nombrado en 1998 el primer corresponsal en Asia por el periódico El Mundo. ¿Recuerda ese momento? ¿Qué le ha aportado personalmente su trabajo como corresponsal?
En realidad, más que nombrarme el periódico me presenté voluntario. Tenía ganas de hacer reporterismo y salir a la calle, pero las oportunidades eran limitadas trabajando en la redacción de Madrid. Marcharme fue la mejor decisión profesional de mi vida. Me permitió crecer como periodista y, sobre todo, como persona. La base del periodismo es salir de tu zona de confort y descubrir cosas nuevas para contarlas. El trabajo de corresponsal te permite hacerlo.

El ser periodista y más concretamente corresponsal, ¿le influye en cuanto a la creación de sus novelas?
Todo libro tiene sus raíces en las experiencias vividas, ya sea ficción o ensayo. Mis viajes, la gente que he conocido, las experiencias pasadas (buenas y malas), todo está en mis libros. No los podría haber escrito si me hubiera quedado en Madrid cubriendo ruedas de prensa o debates parlamentarios.

¿En qué se inspira como escritor?
Creo que me inspira la curiosidad por saber más, no tanto de lugares, sino de las personas. El trabajo de corresponsal, con las coberturas de guerras, desastres naturales o revoluciones, te acerca a los extremos de la condición humana: lo peor y lo mejor que llevamos dentro. ¿Qué lleva a un apacible taxista y padre de familia a convertirse en un genocida en Camboya? ¿Qué hace que alguien arriesgue su vida por salvar a otros en el tsunami de Japón? Escribir es desenmarañar la condición humana, a las personas. Si se sigue haciendo es porque sigue siendo un misterio.

¿Cree que las editoriales que rechazaron su primer libro, Hijos del Monzón, se arrepintieron cuando se enteraron que había ganado el premio como Mejor libro de Literatura de Viajes en España y que ha sido traducido a varias lenguas?
No creo que se arrepientan porque seguramente no se han parado a pensarlo. Se trabaja muy rápido, se rechazan muchos libros y se acierta con otros. Es un trabajo difícil. Pero guardo las cartas de rechazo: son un buen recuerdo de la máxima de que no hay que rendirse nunca.

Y, después de los rechazos de las editoriales, ¿uno se plantea si de verdad sirve para escribir?
Si crees en lo que haces, no puedes dejar de hacerlo porque a alguien no le guste. Uno no escribe para un editor o un crítico. Lo hace convencido de que tiene cosas que contar y, en mi caso, para expulsar los demonios interiores. Escribir es una necesidad, más que un oficio.

Su primer libro, Hijos del Monzón, está ambientado en esa parte de Asia de la que nadie habla. De la que sigue manteniendo índices de pobreza elevadísimos, la que vive entre vertederos, ¿por qué cree que esas historias no consiguen encontrar su espacio en los medios, más allá de contadas excepciones?
Estamos en la época del periodismo “light”. Triunfan moda, famoseo, cotilleo y, sobre todo, deporte. Las revistas dominicales, antaño plataformas del mejor periodismo, parecen ahora catálogos de El Corte Inglés. Existe la idea de que el lector está fatigado de malas noticias y que no hay que estropearle el desayuno con las desgracias de gentes que viven a miles de kilómetros de distancia. La consecuencia en un mayor desapego a otras realidades, ignorancia y una gran indiferencia. Cada vez es más difícil encontrar publicaciones que traten a sus lectores como adultos.

El libro está estructurado en 10 capítulos y cada uno narra la historia de un niño asiático, que tiene una complicada historia detrás. Suponemos que al vivir allí tenía acceso a muchas más historias. ¿Fue complicado decidir que historias contar en sus reportajes para El Mundo y posteriormente en el libro? ¿Qué debe tener una historia para que capte su atención, ya sea para un reportaje o para un libro?
La mayor complicación del libro es que quise encontrar a niños de los que había escrito en el periódico y contar qué había sido de ellos y de los lugares donde los encontré por primera vez. Había que regresar, buscar a chavales que a menudo vivían en chaboladas o en países en conflicto. En algunos casos no era fácil. Al final lo que queda es un relato de esos lugares a través de la mirada de niños que demuestran un gran coraje en las situaciones más extremas. Por eso suelo decir que es un libro duro, pero no triste. Creo que el libro ha gustado porque transmite la humanidad de los pequeños. La gente quiere seguir leyendo porque desea saber qué paso con ellos. Los admira.

Hijos del Monzón está considerado como un libro de reporterismo literario, y hay quien lo ha llegado a comparar con la obra de Kapuscinski. ¿Tiene algún autor que le inspire a la hora de escribir sus libros?
Desde luego el autor que mencionas es una inspiración. En cierto modo mi objetivo era un poco el suyo en Ébano, donde explica con sus viajes y su mirada el continente africano. Para mí no se trataba de contar la historia de los niños sin más, sino de transmitir también el espíritu de Asia, una región que ha vivido una transformación sin precedentes.

Su primer libro, publicado por la Editorial Kailas en 2007, Hijos del Monzón es considerado como un libro de reporterismo literario. Sin embargo, El Botones de Kabul, su segundo libro, publicado en 2010 por La Esfera de los Libros, contiene gran parte de ficción. ¿Por qué ese cambio? ¿Se siente más cómodo escribiendo novela o ensayo?
Me resulta más fácil el ensayo, porque se acerca a lo que ya hago para el periódico. El Botones es una mezcla de ambos, porque aunque siendo ficción, está basada en un escenario real, con personajes reales y situaciones a menudo reales. Quería reflejar la guerra y lo que la guerra hace a las personas. La ficción es sólo una excusa para contar la realidad.

El Botones de Kabul, está ambientado en la capital afgana. ¿Qué porcentaje de lo contado en la historia lo ha vivido en primera persona?
Cubrí la guerra afgana durante algunos años y el libro es sin duda un reflejo de aquellas experiencias. Hay descripciones sacadas de mis reportajes, personajes que conocí en Kabul, como el botones del hotel que permaneció durante 25 años trabajando entre bombas y que es uno de los protagonistas. También un intento de acercar a la gente a lo que es la guerra a través de mis experiencias. Supongo que fracasé, porque la guerra no se puede contar con fidelidad yendo unos días o unos meses y volviendo a la seguridad de tu casa. Solo la conocen de verdad quienes la sufren.

En esta novela habla de héroes anónimos, como el botones del Hotel que tratan de mantener la esperanza aunque todo vaya mal a su alrededor. ¿Qué transmite este tipo de personas?
En las guerras siempre hay personas anónimas, valientes que desconocemos, que hacen un gran sacrificio por mantener en pie su familia, su barrio, su sociedad. El botones del hotel en el que se inspira el libro, por ejemplo, sigue yendo a trabajar a pesar de los riesgos y de la ausencia de clientes. Quiere que el hotel sea un oasis en mitad de la brutalidad de la guerra y para conseguirlo debe arriesgar su vida a diario. ¿Por qué lo hace? Porque quiere mantener la esperanza, por pequeña que sea, de que las cosas volverán a ser como antes. Sin valientes como él, la oscuridad lo invadiría todo.

La realidad en cambio nos habla de personas que sacan provecho de las guerras y del dolor de otros. ¿Qué clase de personas es más fácil de encontrar en situaciones como las que usted relata en sus historias?
La guerra es la plataforma perfecta para sacar lo peor que llevamos dentro. Es una ruptura del estado de derecho, las leyes y las restricciones morales. Cosas que en otras circunstancias serían impensables, se convierten en rutinarias. Se pierde la humanidad y, con ella, la capacidad de distinguir el bien del mal. Cubrir una guerra te desmoraliza porque descubres de lo que tipos normales son capaces de hacer cuando les rodea un ambiente de impunidad.

En su novela narra la relación del Hotel Intercontinental ubicado en Kabul con sus empleados. Una relación que no dejará de existir aunque los bombardeos y la dictadura influyan en sus vidas. ¿Representa el coraje y la fuerza del pueblo afgano?
El hotel y sus empleados, tanto en la novela como en la vida real, son muy representativos de la capacidad de resistencia del pueblo afgano. Es difícil pensar en un país más duro, que haya sufrido más y al que se le haya robado su destino de forma más injusta e interesada. No merecen esa guerra interminable que le ha sido impuesta desde fuera.

En un encuentro con los lectores de El mundo afirmó que el libro está dedicado a su madre, ¿es la familia quien peor lleva sus destinos?
Espero que a estas alturas se hayan acostumbrado, pero de vez en cuando llega la noticia de un periodista muerto y les recuerda, a ellos y a mí, que en este oficio te pueden mandar al otro barrio. Claro que también te puede pasar en un accidente de coche en España. Quien jamás lleva bien tus viajes o que te metas en líos es tu madre, es algo que no cambia tengas cinco años o cuarenta, hayas salido de copas o estés en la guerra. Hasta que su hijo no está en casa, una madre no está tranquila. Lo mínimo es una dedicatoria por los muchos días de preocupación que le he dado a la mía.

Ha cubierto como corresponsal las guerras de Timor Oriental, Cachemira, Sri Lanka o Afganistán. Además, ha vivido la muerte de Bin Laden, los grandes tsunamis del Índico y el Pacífico y la crisis nuclear de Fukushima. ¿En alguna ocasión ha visto peligrar su vida?
Siempre peligró más la vida de la gente sobre la que escribía. El periodista tiene el privilegio de poder marcharse cuando quiere, una opción que los locales no suelen tener. Pero no vas a esos sitios pensando que te puede tocar a ti. De lo contrario, no podrías hacer tu trabajo.

Por su profesión es una persona que viaja mucho. ¿Suele llevar libros en su maleta? ¿Qué lee cuando tiene tiempo libre?
Acabo de pasarme al libro electrónico, con la ventaja de que ya no tendré que cargar más que el lector electrónico. Me gusta el papel, pero cuando viajas mucho no es práctico. He tenido que traicionar mi romanticismo y adaptarme a los nuevos tiempos.

En una entrada de su blog comentó que “en periodismo no hay más currículo que tu última historia”. ¿Cree que ocurre lo mismo en el mundo de la literatura?
Creo que te suelen medir por tu último libro, también, aunque ocurre menos cuando tienes una gran bibliografía (en mi caso son solo dos libros). Cuando has publicado muchos libros, y son buenos, el conjunto de tu obra manda. Lectores y críticos están más dispuestos a perdonarte un último libro que les haya decepcionado si han leído varios que les gustaron.

Y ya para finalizar con la entrevista, ¿está trabajando actualmente en algún nuevo proyecto literario?
Estoy arrancando un nuevo libro. Vuelvo al reporterismo literario. Será más del estilo de Hijos del Monzón que El Botones de Kabul. Espero tenerlo listo para el próximo año.

Publicado el julio 5, 2012 en Barcelona, Entrevistas, escritores, España, Europa, Inicio. Añade a favoritos el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. El otro dia te escuche en una entrevista en la radio y me gusta mucho el tipo de libro que escribes. E pedido EL LUGAR MAS FELIZ DEL MUNDO y estoy deseando de empezar a leerlo,tambien e pedido LOS HIJOS DEL MONZON aunque sea un poco tarde pero te e descubierto con este ultimo libro y s que me va a gustar.

  2. Gracias,David estupenda entrevista en el programa de Isabel te Doy la palabra,hoy domingo dia 3, gracias a ella he entrado en tu pagina para conocer tus reportages, tus libros, y darte las gracias por tus denuncia, y tu humanidad, un abrazo desde Barcelona.

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